lunes, 15 de agosto de 2016

43. BASSIN SASSA. LE ENTRE DEUX. ILE DE LA REUNION



Para la primera toma de contacto con el paisaje de la Isla de Reunión (martes 19 de julio del 2016) escogimos un corto paseo por un pequeño barranco de la parte baja de Entre Deux, pueblo así llamado por estar entre dos enormes barrancos que descienden de Cilaos (izquierda en la imagen de arriba) y del Gran Bassin (derecha). La punta de tierra que queda entre ambos parece una salamandra, animal emblemático de la isla. El motivo central que da nombre al paseo es un pequeño "bassin" que lleva el nombre de una esclava huida que vivió junto a él (punto amarillo).


Como en la guía daban como punto de referencia y aparcamiento la oficina de turismo (punto verde en el siguiente mapa) nos fue más difícil dar con alguno de los dos puntos de entrada al recorrido (que he marcado en rojo), que hacerlo. Y como nada más llegar a Entre Deux nos cayó un pequeño chaparrón estuvimos a punto de abandonar y volvernos a casa.


Calmado el cielo, echamos a andar desde el centro hacia la Rue du Cemetiere hasta que, gracias a ver a otros excursionistas que subían, dimos con el sendero de fuerte pendiente que baja directamente al Bassin:


Alegría pues por el hallazgo, aunque nada más bajar este corto y pendiente tramo, a mano izquierda, está ya la pequeña cascada y su no más grande remanso de agua. Eso sí, la vegetación, maravillosa. Y la sensación de humedad, altísima.


El resto del sendero discurre junto al cauce del arroyo, que hay que cruzar varias veces. Suerte que no lleva mucha agua.


En algún punto del recorrido se ven por la parte superior del barranco vallas y cobertizos rurales algo cochambrosos, por lo que Rosalía hizo un primer comentario acertadísimo sobre el paisaje de la isla: aquí la vegetación es como allí la nieve, que todo lo cubre y embellece.


Como no hay indicaciones en el sendero, estuvimos a punto de subir por un claro que había a mitad del recorrido, pero unos chiquillos nos dijeron que la salida buena estaba más arriba del arroyo. Cuando llegamos a la salida buena tomamos contacto por primera vez con las raíces de las especies tropicales que tanto ayudan a crear senderos, como a... tropezarte si te descuidas un poco. Al final se sale por entre tapias a una calle de cemento en el que, al fin, damos con un indicador.


El recorrido no tiene más de dos kilómetros, pero si el entorno te es extraño, no hay señales, y no encuentras con facilidad la entrada o la salida, al final puede acabar siendo una pequeña aventura.

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