La socia se había ido a Bilbao y yo tenía que fotografiar algunas casas solariegas (y no tan solariegas...) en Sotés, así que después del deber llegó el placer. Me quité el chandal y troté un rato por el monte. Dos kilómetros cuesta arriba en los que hay que cambiar del trote al paso y al poco del km 2 giro de noventa grados a la izquierda y para abajo. Mejor haber tomado el camino que curvea porque este que baja recto es bastante pendiente y está descarnado por la erosión. No se podía correr mucho cuesta abajo porque el terreno está lleno de grandes pedruscos redondeados con los que te puedes hacer una avería. Al llegar a la carretera pensé que podía evitarla tomando un camino paralelo pero al final acabé en una viña y al final de la viña con una valla que encierra totalmente la viña siguiente por lo que me tuve que dar la vuelta y volver a la carretera. Allí recibí ánimos desde Alemania (ver en el perfil) y me paré a dar las gracias por whatsapp (que también se puede ver en la cuarta caída de la línea verde ja ja, km 5,4). Las otras paradas o caídas de velocidad fueron para consultar la ruta en los cruces.
Al final una selfie horrorosa con Sotés detrás al llegar al coche y recién quitada la gorrila, pero... algo había que poner en el endo ¿no? El track vale como experiencia pero no como ruta a seguir. El sotobosque de encinas de Sotés es bonito para andar (más que para correr), pero habría que retocar algo el recorrido.
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